Luego del anochecer apareció Rose, con su camiseta de color rosa pálido rasgada y sucia, su cabello cubierto de sangre seca, pero esta tenía un olor que yo conocía muy bien.
- ¡Oso!- dije sorprendido.
- Necesitaba dejar salir todo.- dijo en un tono de voz bajo.
En ese momento me encontraba solo en el jardín esperándola.
- ¿Dónde están todos?
- Han salido a cazar.- dije mientras la abrazaba y le quitaba los restos de maleza que cubrían sus cabellos.
- Oh como lo siento querido.- dijo ahogando un sollozo.- es que… no pude soportarlo, sentí tanto miedo…
- Ya… calma…- dije mientras acariciaba su mejilla y besaba sus labios suavemente.
Entramos tomados de la mano a la casa. Ella permaneció tumbada de lado sobre la cama, mientras que yo le preparaba una tina caliente. Vaya estado lamentable tenía, realmente no parecía mi novia glamorosa y vanidosa, sino que tenía un semblante que solo tienen las personas torturadas. Esta idea hizo que me estremeciese.
Cuando estuvo lista la ducha, la levante de la cama mientras que se acurrucaba en mi pecho, la puse de pie en el suelo mientras soltaba su cabello, y le quitaba la ropa hecha harapos que tenía. La metí a la tina y peine su cabello mientras quitaba la mezcla de sangre y tierra que se aferraba a cada hebra. Ella jugueteaba con la espuma y se limpiaba los brazos con su esponja. De pronto tomó mi cara entre sus manos y comenzó a besarme, la seguí y de un momento a otro perdimos el control, nos besábamos apasionadamente, mientras que ella desabotonaba uno por uno los botones de mi camisa a cuadros yo me deshacía de lo demás. Tomó una de mis manos y me atrajo hacia ella, sentí como sus manos tomaban mi cintura, perdiendo el último destello de control.
La tomé entre mis brazos y la saqué de la tina, recobrando un poco el sentido, aunque mi deseo pudo más que yo.
Lentamente la recosté en la alfombra, mientras que la besaba, de pronto, con un movimiento rápido empujó mi cuerpo y se colocó sobre mí, nunca la había visto tan radiante, y tan deseable.
Sus cabellos dorados caían en cascada sobre nuestros cuerpos, nuestras respiraciones se hacía más rápida y entrecortada hasta que nuestros cuerpos se unieron y una explosión recorrió mi cuerpo, el de ella se estremecía y se erizaba, hasta que con un último beso nos separamos.
- Te Amo.- dijo ella cuando sus respiraciones se hubieron normalizado y hubimos recobrado el aliento.
- Yo también querida, más de lo que imaginas.- le respondí.
- No me dejes ir.- dijo en un tono de suplica.- no me abandones.
- Nunca lo haría.- dije besando su frente.
La amaba, y eso era lo único que me importaba en ese momento.
2 comentarios:
¡¡¡ Wow !!!
Me ha encatado la forma en que describes esos momentos "cachondos" entre Rose & Emmet jejeje xD
si que tienes talento para estas escenas...de todo corazon te felicito
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