Así paso una semana larga e interminable, hasta que, el sábado Alice, que se encontraba en el jardín observando el atardecer entró dando brinquillos al salón principal. Realmente, ella era el ser mas grácil que había visto en toda mi existencia, parecía flotar sobre el suelo. Se detuvo tras la silla donde estaba sentado Jazz y posó las manos sobre sus hombros.
- ¡¡¡Volverá!!! .- Dijo con una gran sonrisa.
Esme se levanto de un salto, y Carlisle sonrió complacido; nunca me había sentido tan feliz por una visión de Alice, todos reíamos de alegría, incluso Rosalie emitía un fulgor de felicidad.
- ¿Cuándo volverá querida? – preguntó Esme con una alegría que no veía desde que Edward se marcho.
- ¡mañana en la mañana! ...Acaba de decidirlo – dijo en un tono que denotaba toda su excitación interior. – tenía días pensándolo y se le ocurrieron varias ideas un poco extrañas.- dijo frunciendo el ceño y moviendo su cabeza en forma de desaprobación.
Esa noche, todo el ambiente de tristeza que se había apoderado de la casa desapareció por completo, Esme y Carlisle estaban sentados en el jardín; él tenía su brazo en la cintura de su esposa, ella apoyaba la cabeza en su hombro y se dedicaban largas miradas, donde se decían todo lo que sentían. ¡Vaya amor duradero el de ellos!.
Alice y Rose estaban sentadas en la computadora viendo páginas webs de diseñadores, revisando vestidos de bodas para nuestro próximo casamiento. Rose y yo nos habíamos casado una y otra vez, cada vez que hacíamos una mudanza a un pueblo diferente y nos graduábamos de nuevo en los diferentes institutos todo terminada en una gran boda, pero lo genial de eso eran las más de veinte lunas de miel que habíamos tenido alrededor del mundo, teniendo todo el tiempo y el espacio que quisiéramos para nosotros solos, casi siempre debíamos pagar sobrecargos por destrozar muebles en cada sitio donde nos alojábamos, realmente no podíamos dejarnos mucha libertad sexual en lo que respecta a espacios cerrados, porque más de una vez había tardado más de un mes en construir una casa y menos de una hora en echar abajo una que otra pared.
Por otra parte, Jasper y yo estábamos sentados a la mesa conversando.
- ¡En serio Jazz!, es más, mi chaqueta contra tu reloj a que Tanya se le abalanzó al pobre Edward.
- ¡Es una apuesta mi amigo!- dijo él con una sonrisa en el rostro.- Ahora, ¿qué te parece unas cuantas rondas de vencidas?
- ¡¡Pues claro!! – dije yo con un rugido- veo que no te cansas de perder hermanito.
Pasamos toda la noche hablando y riendo, Jasper y yo hicimos cuanta competencia se nos ocurría. Perdió unas cuantas cosas, la mitad de sus CD’s en las vencidas, su chaqueta color Ocre en una carrera de velocidad improvisada a través del bosque y muchas cosas más, esta vez Rose quería una boda grande, ya que desde la última vez habían pasado casi 5 años, así que Esme, Alice y ella empezaban a planearla con casi un año de anticipación. Por su lado Carlisle conversaba con nosotros y reía muy alto cada vez que alguno de los dos perdía.
A eso del mediodía, por el camino de tierra escondido por el bosque subía un mercedes negro y se estaciono frente a la enorme casa blanca.
- ¡¡Edward Querido!!- chilló Esme a mitad de un sollozo antes de lanzarse a sus brazos. Ella permaneció abrazada a él durante un rato hablándose en un tono muy bajo, al separarse despeino sus cabellos y beso sus dos mejillas.
- ¡Bienvenido a casa hijo!- dijo Carlisle con una sonrisa en la cara, estas palabras iluminaron el rostro de Edward. Él lo abrazó y le dio unas palmadas en la espalda.
- ¡¡¡EDWAAAARRDDDD!!!! – grite yo en un tono bastante agudo, burlándome de la reacción de Esme mientras la veía de reojo, ella se limito a verme con una mirada severa y luego soltó una carcajada. Ed también se rió y golpeó uno de mis brazos antes de abrazarme fuertemente.
Y así, todos fueron dándole la bienvenida a Edward; Alice se abalanzó sobre él y se colgó de su cuello. Se hablaron por un momento, y lo único que logré entender fue un ¡lo sabia! Pronunciado por Alice.
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