PREMIOS :D

Hola!! al final de mi fic, aqui les dejo lo mínimo que puedo hacer por personas tan hermosas como ustedes. Un pequeño detalle, los Quiero!
este premio va para un hermoso grupo de amigas que ha surgido por este asombroso medio, para demostrarles que las quiero un millón, a pesar de que estemos regadas por el mundo :D Citlally, Karen, Gaby, Vale, Luchi, Sill, Paty, Dana y Tania! las adoro nenas!! a las que tienen blog les pido que muestren este pequeño detalle en el. Besos nenas!
Y ahora... este premio se los regalo a Todas las chicas que han leido mi historia y que me han seguido capítulo a capítulo MUCHISIMAS GRACIAS!!!! :)

Últimos Capítulos.

CHIC@S!!! ya estamos en la recta final... los últimos capítulos de nuestro blog, ha sido un placer escribir esta historia, y más aún conocer a personas tan maravillosas como las que he conocido en estos cortos meses.

Muchisimas Gracias por darme el privilegio de tener lectoras tan especiales y maravillosas, gracias por su paciencia y seguir la pequeña historia. De verdad son lo máximo.




martes, 30 de junio de 2009

30.- Impaciencia.



Caminamos a clases lentamente, pero solo podía pensar en una cosa; realmente quería saber qué pasaría con Edward y esa locura de la humana. Esa tarde fue una tortura, los minutos pasaban como si fueran horas; la clase de español pasó lentamente mientras miraba por la ventana. El día seguía gris, lleno de nubes y una suave llovizna caía. De pronto sentí un golpe en mi silla; Rose la había pateado desde el pupitre de atrás y me veía con los ojos muy abiertos señalándome a la profesora. Era una mujer de aproximadamente unos cincuenta años, muy alta y delgada con una nariz respingada que le daba un aspecto parecido al de un ave.

Al virarme sonrió maliciosamente, generalmente intentaba pasar desapercibido, pero era notorio que yo no era de su agrado.

- Señor Cullen.- dijo refiriéndose a mí con su aguda voz.- ¿le interesaría prestar atención a la clase? ¿o acaso preferiría salir?- continuó haciendo un ademán con la mano señalando la puerta.

La observé unos segundos con cara de pocos amigos y una mirada envenenada, recogí mis cosas rápidamente y salí del salón dando un portazo, no sin antes echarle un vistazo a Jazz, que reía por lo bajo y a Rose que echaba chispas y miraba con furia a la fea mujer.

Vagué por los pasillos desiertos del instituto, cruzándome de vez en cuando con algún alumno, estos me veían como si yo fuera un fantasma, tal vez porque no solía estar separado de mis hermanos en el instituto. Continué caminando hasta que se me ocurrió una idea; Edward debe estar en Biología, la clase que compartía con Bella Swan.

Aproveche que todos los humanos estaban en sus respectivos salones para correr y llegar al salón de mi hermano antes de que sonara la campana. Cuando llegué al corredor me oculté rápidamente.

En la puerta del salón estaban Edward y la humana; él tenía un semblante nervioso y la veía como si estuviese confundido; le entregó unos libros que tenía entre sus manos.

- Gracias.- dijo ella fríamente.

- No hay por qué.- contestó el con ese toque de petulancia que le encantaba imprimir en su voz cuando quería reprochar algo.

La humana tomó los libros y se alejó a un paso apurado; a medida que caminaba su piel iba tomando un color más y más escarlata, eso me hizo soltar una carcajada lo suficientemente fuerte como para que Edward clavase su mirada en la línea de casilleros que me escondían. Recorrió el corredor con la mirada y volvió a entrar al salón frunciendo el ceño. Aproveche el revuelo de los estudiantes para salir de mi escondite y caminar lo más rápido que me permitía mi paso humano para llegar a mi siguiente clase; atravesé el estacionamiento a un paso más rápido de lo normal, pero al dirigir la mirada hacia el edificio un estremecimiento recorrió mi espalda. Allí estaba Rosalie mirándome con severidad desde la ventana del salón de clases. Realmente me esperaba una buena reprimenda.

Corrí escaleras arriba hasta que llegué a la puerta del salón, agradecí que el profesor aun no hubiera entrado, otra clase sin entrar y Rosalie me hubiese asesinado con sus pequeñas manos. Reí en mis adentro al ver la imagen de una Rose iracunda, yo no era como los demás de mi familia, realmente me causaban mucha gracia la mayoría de las veces. La clase de química fue interminable, esta vez, garabateaba diferentes formas en mi cuaderno de apuntes y de vez en cuando lanzaba una mirada rápida a Rose que se veía aun molesta copiando las fórmulas y demás cosas extrañas para mí que colocaba el profesor en el gran pizarrón. Jasper por su parte escuchaba la clase con el aburrimiento saliendo por sus poros, a veces sentía oleadas de agobio que supe que venían de él; cada vez que sucedía los chicos se desperezaban o bostezaban consternados y podía escuchar la risilla ahogada de Jasper. Estuvo haciendo eso durante toda la clase bajo la mirada acusadora de Rose, que realmente estaba de muy mal genio hoy.

domingo, 28 de junio de 2009

29.- Preparación.


El tiempo transcurría como lo había hecho durante mi existencia como vampiro, pero ahora todo en casa era un embrollo; por un lado estaban las chicas con su afán de planificar la boda con casi un año de anticipación y por el otro, lo que más me preocupaba, Edward parecía volverse más y más loco con cada día que pasaba; más de una vez lo había pillado por allí debatiendo con sigo mismo, siempre sobre el mismo tema, aunque él lo negase todo cada vez que hablábamos.

- De nuevo el instituto.- dijo Alice en un suspiro. Supongo que su intención era romper el aburrido silencio que reinaba en el auto.

- Sí.- dijimos todos en un tono vago, algunos asentimos con la cabeza.

Realmente cualquier intento de romper el hielo en ese auto era vano; todos íbamos sumidos en nuestros pensamientos; Rose tenía mi mano libre entre sus manos, como lo había hecho costumbre ya. En el asiento trasero del Jeep estaban los demás; la mejilla de Edward estaba pegada contra la ventanilla. El día era lluvioso y lo único que oía era el vaivén de los limpiaparabrisas.

Cuando llegamos al instituto la lluvia caía fuertemente sobre el estacionamiento, y los chicos humanos corrían a refugiarse en los edificios del instituto mientras que buscábamos un lugar para estacionar.

La mañana fue igual que todos los días en el instituto; aburrida, lenta y predecible. Durante la clase de literatura el profesor pasó un rato con una cháchara sobre Hamlet. Cuando me viré la mayoría de los chicos del salón estaban completamente distraídos, todos en su propio mundo. Hasta Rose que nunca se quejaba del instituto estaba en ese momento con la mejilla contra la potada de su cuaderno jugueteando con un mechón de su cabello y la mirada perdida.

Cuando sonó el timbre del almuerzo todos salieron a la carrera del salón; mientras que yo espere en la puerta a Jazz y Rose. Por primera vez desde que estaba en el instituto que no quería ir a la cafetería; ya mis nervios no soportaban esta locura en la que se había convertido todo.

Al entrar en la cafetería ya Alice y Edward estaba allí como de costumbre; pero había algo distinto, ellos estaban sentados en la mesa que solíamos ocupar riendo y charlando entre ellos. Al llegar nos saludaron alegremente y nos sentamos como de costumbre. Edward durante toda la hora de almuerzo estuvo callado y de vez en cuando respiraba muy profundo. Sus ojos estaban fijos en la mesa que ocupaba la humana con la quisquillosa de Jessica Stanley y el chico con demasiado fijador.

- ¡Ey Edward!- dije interrumpiendo su concentración.

- ¿Eh?- contestó él virándose para observarme.- ¿Si Emm?

- ¿Qué te sucede? ¡Pareces un acosador pervertido!- dije riendo por lo bajo. Él suspiro profundamente y un brillo malicioso saltó de sus ojos.

- Hoy hablaré con ella…- me dijo tan rápido que hasta a mi me costó entenderle. Lo mire con un poco de severidad.

- Ten cuidado Ed.- dije seriamente.- hazlo, pero con conciencia.-asintió sonriente.

- - ¡Ein! ¡Esto no significa que deje de pensar que botaste la canica!- bromeé golpeando su hombro.

Cuando sonó la campana que indicaba que la hora de almuerzo había terminado Edward se estremeció bruscamente.

- ¡caray Ed!- dije con la sorpresa aun en mi rostro.- de veras que nuca te vi así.- continué riendo en voz alta.

- Si… bueno… - dijo algo apenado.- es que todo este asunto me tiene un tanto nervioso.

- ¡Edward querido! ¿vamos?- interrumpió Alice con un brillo de emoción en los ojos. Ella me observó y sonrió con malicia.

Ed suspiro profundamente y camino hacia la puerta seguido de cerca por Alice.

28.- Obsesión.

Edward no apareció por casa hasta la mañana siguiente; ese sábado era un perfecto día gris en Forks, las nubes cubrían el cielo creando una atmósfera un tanto melancólica. Me encontraba en el jardín delantero tratando de escapar del alboroto que la boda había causado en la casa, especialmente en las chicas. En ese momento Jazz estaba en la habitación con Alice y Rose, probándose los feos trajes que su novia había escogido para él.

Cuando Ed bajó de su auto yo estaba completamente solo. Se dirigió a mí con paso de un condenado a muerte.

- ¡hola Emm! – saludó con un entusiasmo que no llegó a su rostro, que reflejaba todo lo contrario

- ¡Ey Ed! – devolví el saludo.- ¿Qué te has hecho eh?- Edward bajó la mirada a sus pies, y en ese preciso instante la brisa del bosque hizo que el olor de Edward llegara a mi nariz.

- ¡¡HUMANA!! – dije casi gritando y me levanté de un salto con los ojos a punto de salirse de mis órbitas.- ¿E…es… la humana? ¡¡Oh Edward!! De verdad te estás volviendo loco.- dije muy preocupado.

- ¡oh Emmett!- dijo antes de tumbarse de rodillas en el suelo, ocultando su cara entre las manos.- no se qué demonios hacer…- continuó hablando con su voz torturada.

- ¡Ah hermano!- dije sentándome a su lado.- esta humana te volverá loco de verdad. – continué intentando que la preocupación que sentía no se colara en mi voz.- te has obsesionado con ella… y eso no es bueno, por lo menos no para nosotros.

- Lo sé Emm… de verdad lo sé… siento que su sangre me llama, que su olor me enloquece, pero a la vez siento la necesidad de protegerla, de mantenerla a salvo. Siento que no podría vivir si algo le pasara.- se estremeció sin mover un centímetro sus manos.

Tarde un poco en entender lo que me quería decir, realmente pensaba que ese chico había perdido la cabeza; pero tenía que apoyarlo, el era parte de mi familia y de hace algún tiempo para acá había pasado a ser algo así como mi mejor amigo.

- Tranquilo hermano… vamos a encontrar una solución ya verás. – dije poniendo mi mano en su hombro.

- Lo he intentado todo Emm… pero no puedo seguir fingiendo que la ignoro.

- Entonces no lo hagas Ed… ¡acércate! Así parezca una locura… de no hacerlo la poca cordura que te queda se te va a ir…

- ¿De verdad lo crees?- dijo el descubriéndose la cara.- digo, ¿Qué sería buena idea acercarme a ella?... eso nos pondría en peligro a todos Emm…

- Sí… bueno…- dije pensativo.- lo que creo Ed es que si no te arriesgas, ¿cómo sabrás que algo es bueno o malo?

- ¡¡Wow Emmett!!- exclamó sorprendido levantándose de un salto.- nunca te había escuchado hablar así.- reímos al unísono.

- ¡Pues parece que se invirtieron nuestros papeles eh!... ¡aunque espero que no dure mucho porque mis nervios ya no te soportan!... me volverás loco un día de estos.

Conversamos un rato más y entramos a la casa.

“Creo que deberías ir a cambiarte antes de que Rosalie se entere de donde estabas” pensé mientras entrabamos al salón principal, donde estaban Esme y Carlisle. Edward asintió con la cabeza y subió corriendo las escaleras que llevaban al segundo piso.

sábado, 27 de junio de 2009

27.- Preparativos.

Luego del Crepúsculo volvieron Alice y Rosalie en el radiante mercedes rojo; aunque no lo dijera, Rose estaba encantada de poder sacar a su “bebé” de la cochera. Cuando entraron al salón traían grandes paquetes y cajas y caminaban sonriendo y bromeando entre ellas.

- ¿Qué tal?- saludo Alice radiante.- ¡hemos hecho algunas pequeñas compras para la boda!

De algún modo eso no suena muy bien; pensé para mí mismo. Generalmente Alice se obsesionaba un tanto con la idea de organizar fiestas y celebraciones.

- ¡Emmett querido! Acompáñanos.- dijo con impaciencia y emoción en su voz.- necesitamos que te pruebes algunas cosas…

- Lo sabía, no venía nada bueno.- dije en un gruñido mientras subía de mala gana por las escaleras. Jasper y Carlisle se echaron a reír por lo bajo mientras que Esme los observaba con desaprobación.

Cuando entré al cuarto mi más temida pesadilla se volvió real; era peor que cualquier cosa que hubiese presenciado… era lo más aterrador del mundo.

- ¡Pasa, pasa querido! – gritó Alice desde adentro.- debes probarte los trajes para la ceremonia. – me estremecí al oír aquellas palabras y aunque no lo necesitase respire muy profundo antes de entrar a la habitación.

Aquello era peor de lo que imaginé; la gran cama que ocupaba la mayor parte del dormitorio estaba completamente cubierta con ropa de diferentes colores y tamaños. A penas entre Alice me arrastró al baño con una gran montaña de prendas.

- Lo siento, Rosalie está en el vestidor.- dijo mientras colocaba toda la ropa sobre mí.

Era totalmente ridículo, había cerca de unos veinte trajes diferentes junto a millones de camisas, todas diferentes; camisas de colores, a franjas, rayas, puntos y demás compradas justo para combinarlas con las chaquetas y zapatos. Alice y Rose pasaron toda la noche haciendo diferentes combinaciones para mí, mientras que yo me las probaba de mala gana. La última combinación fue terriblemente patética, consistía en un horrible traje de un color azul celeste junto a un moño de un color rojo carmesí.

- Está bien, me rindo.- dije saliendo del vestidor luego de observarme durante unos cinco minutos al espejo; las chicas al verme rompieron en risas.- ¿en qué demonios pensabas cuando elegiste esto?- continué haciendo referencia a mi horrible vestimenta.- se franca… ¿tienes planeado armar un circo? Porque si es por eso no me agradan las mangas.- apenas dije esto flexione mis brazos y las mangas del horrible conjunto se hicieron añicos.

- ¡Oh cariño!- dijo Rose aun entre risas.- ese no era para ti… ¿acaso no te diste cuenta de que era un poco… reducido?- continuó antes de soltar otra carcajada.

- ¡Oh claro!- dije ya molesto con el ceño fruncido.- ¿y para quién era entonces? ¿para el perro?... ¡Porque si era para él entonces deberíamos tener un primero eh!

- ¡no, no amor!- contestó Rosalie ahogando la risa.- ese traje lo compró Alice para Jazz…

Al oír esto no pude evitar soltar una carcajada estruendosa; sólo pude imaginar a Jasper con ese feo traje y el ceño fruncido.

- ¡oh claro!- dije cuando pude volver a hablar.- ¿ y cuál era la otra opción? Ah ya se… ¿un traje de marinerito?- y volví a explotar en carcajadas.

Alice se limitó a verme con el ceño fruncido. Rose señaló otra pila de ropa, toda de colores un tanto sicodélicos; al verlo ahogué de nuevo las carcajadas antes de que Alice me arrancara la cabeza. Volví a entrar al vestidor y saqué un conjunto de color gris oscuro junto a una camisa azul muy clara y unos zapatos a juego.

- ¡Decidido!- dije mientras salía.- este es el que me gusta.- Alice y Rose sonrieron complacidas.

- ¡Perfecto Emm!- contestó Alice levantándose de un brinco de la silla donde estaba sentada.- ¿Algo más?- preguntó haciendo un ademán de retirarse.

- Sólo una cosilla.- dije entrecerrando un poco mis ojos con una sonrisa maliciosa.- ¡JASPER! ¡¡ven aquí!!.

En el piso de abajo se escuchó alarido junto a una carcajada proveniente de Carlisle y en seguida un portazo. Miré hacia afuera por la ventana y pude ver una mancha rubia alejándose por el bosque.

viernes, 26 de junio de 2009

26.- Acuerdo.

Aun recuerdo ese día como si hubiese sido ayer, solo por el simple hecho de lo extensa que puede llegar a ser la memoria de un vampiro. Hace más de medio siglo, cuando estuvimos en Forks por primera vez.

Llegamos una tarde a el pequeño pueblo que apenas se asentaba, muy cerca de los territorios Quileutes. En ese momento solo éramos cinco y teníamos mucha sed. Puedo recordar esa sensación quemándome los pulmones, subiendo por mi garganta; habíamos corrido desde Denali donde habíamos pasado ya una temporada con la familia de Tanya y Kate así que estábamos sedientos, fuimos a cazar y sin saberlo nos internamos en la reserva donde cazamos algunos ciervos y otros animales para satisfacer nuestro apetito.

En un momento sentimos la presencia de otros animales, pero Edward estaba completamente seguro de que no eran carnívoros comunes y corrientes, sino que estos estaban conectados en una especie de frecuencia de pensamientos, una especie de conjunto que englobaba mentalmente a más de un individuo. De pronto los vimos, eran tres lobos gigantescos, del tamaño de grandes osos pardos.

El más grande, un lobo gris de aspecto fornido gruñó mostrando sus colmillos, agazapándose para saltar hacia nosotros. En ese momento Edward dio un paso al frente.

- ¡Espera! – dijo interponiéndose entre Esme y el lobo.- no somos como piensan.- el lobo lo miro con fiereza sin abandonar su posición de ataque.

No podía pensar en nada que no fuera Rose, sabía que estos no eran lobos ordinario, y que podían hacernos daño de querer hacerlo. Podía sentir su respiración agitada y nerviosa a mi lado, así que tome su mano y tiré de ella suavemente para colocarla detrás de mí y así escudarla con mi cuerpo. Ella hizo lo que le indique y presiono mi mano entre las suyas, acercándose lo más que podía a mi cuerpo, sin dejar de observar a las enormes e imponentes criaturas que estaban frente a nosotros.

- Calma señores.- dijo Carlisle con su voz serena y apacible.- podemos explicarles sin nos dan la oportunidad.

El lobo gruño y se volvió entrando entre los arboles escoltados por los otros dos que no nos perdían de vista; en un segundo, por donde había entrado el gran lobo emergió un hombre de piel rojiza y largos cabellos negros al igual que sus ojos, media fácilmente cerca de los dos metros y su cuerpo era enorme.

- ¿Quiénes son chupasangres?- dijo una voz profunda y amenazante.

- Soy Carlisle Cullen, esta es mi familia y estamos instalados en el pueblo.- dijo extendiendo su mano.

- Los chupasangres no son bienvenidos acá.- dijo de nuevo el hombre lobo, ignorando el gesto de Carlisle.

- Nosotros no somos como otros vampiros que de seguro han conocido.- continuó Carlisle colocando ambas manos a los costados.- nosotros no bebemos sangre de humanos, nos alimentamos de la sangre de animales y…

- ¿cómo puedo estar seguro de eso?- preguntó el lobo.- ¿cómo puedo saber que no asesinarán a mi pueblo, a mi manada? – volvió a decir con fiereza.

- Escucha… ¿lobo?- comenzó Carlisle.

- Ephraim… Ephraim Black.- contestó. Carlisle asintió y continuó.

- Si así lo deseas no nos acercaremos a ti o a tu pueblo, puedes tener nuestra palabra.

- No me interesa tener la palabra de ninguna sanguijuela.- dijo Black con desprecio. Rose se revolvió y tome sus manos justo antes de que dijera alguna palabra.

- Entonces, ¿qué sugieres que hagamos para estar en paz?- prosiguió Carlisle encogiéndose de hombros.

- Lárguense… - dijo en un tono cortante el hombre lobo.

- Me temo que eso no será posible.- contestó Edward perdiendo un poco la paciencia. El lobo se quedó pensativo, mirando primero con recelo a Carlisle y luego con ojos de frustración a su pequeña manada.

- Pues si deben permanecer por un tiempo, no se acercarán a mi manada.- dijo con un tono de voz demandante Ephraim Black.

- Muy bien…- consiguió decir Carlisle antes de que El lobo lo interrumpiese de nuevo.

- … no se acercaran, alimentaran o convertirán en lo que… son.- dijo observándonos con una mezcla de desprecio, asco y miedo.- a ningún humano del pueblo y lo más importante, no se acercarán a nuestra reserva.- concluyó el lobo con el ceño fruncido.

- De acuerdo.- continuó Carlisle.- es un pacto.

Carlisle estiró su mano hacia Ephraim quién la apretó con más fuerza de la necesaria.

jueves, 25 de junio de 2009

25.- Carlisle

Ninguno de los dos había dicho palabra alguna mientras corríamos hacia casa, solo podía oír el viento zumbando en mis oídos y el sonido de las pisadas de ambos. Cuando llegamos a casa ya Carlisle y Esme habían llegado del hospital, entramos al salón principal y lo único que se escucho en la gran sala de blancas paredes fue el eco de la voz de Carlisle, que venía de la ya tan conocida puerta de roble que conducía hacia su pequeño salón.

- Emmett, Jasper… pasen a mi estudio por favor.- dijo con la voz serena de siempre. Él era la persona más calmada y racional que había visto jamás. Nunca, en toda mi existencia en esta familia lo había visto alterado por nada, siempre ante un problema buscaba una solución práctica y rápida y eso yo lo admiraba.

Cuando entramos levantó la vista del historial médico de algún paciente, lo colocó sobre el grande y antiguo escritorio y se acomodó en su silla de respaldo. Pasó las manos por su cabeza, parpadeó y nos dedico una sonrisa.

- A ver… siéntense.- dijo haciendo un gentil ademán con la mano indicándonos las sillas metálicas con pequeños cojines verde olivo que había hecho Esme para el estudio de su esposo. Obedecimos rápidamente y nos sentamos. Yo no podía dejar de ver a Carlisle, el me infundía muchísimo respeto admiración, era básicamente un padre para mí; sin embargo Jasper tenía la vista clavada en el suelo de linóleo verde oscuro.- ¿quién me quiere explicar que sucedió?- al escuchar esto Jasper se revolvió en su silla y frunció el ceño. Ninguno de los dos respondió.

- Me ha llamado San Uley… muy molesto por así decirlo.- continuó el muy calmado.- me ha dicho que dos “chupasangres” de mi clan habían entrado a la reserva…Un rubio-dijo, observando a Jasper que seguía totalmente inmóvil, él y Alice a diferencia de todos nosotros no habían sido convertidos en vampiros por Carlisle, por eso el le tenía muchísimo respeto, generalmente cuando él daba una sugerencia u opinión Jasper nunca le contradecía.- … y un “gigantón payaso”…- dijo, haciendo énfasis en la cita textual del perro sobrealimentado. continuó observándome con esa mirada que usan los padres cuando quieren que su hijo confiese alguna travesura cometida.

Mientras Carlisle hablaba yo comencé a detallar su estudio, casi nunca había entrado aquí, y las veces que lo había hecho fueron visitas muy rápidas. Las altas paredes estaban cubiertas hasta la mitad con oscuros paneles de madera, y el techo, del mismo material le daba a la habitación una visión casi lúgubre. Había dos grandes ventanales de cara al oeste, por donde entraba la triste luz del sol poniente, frente a nosotros se encontraba el gran escritorio de Caoba donde Carlisle pasaba la mayoría de su tiempo libre, sobre él estaba el pequeño reproductor de Cd y a su lado se encontraban apilados la gran colección de los clásicos favoritos de Carlisle. La mayor parte de la habitación estaba repleta de enormes estanterías colmadas de libros de diferentes temas y épocas, desde novelas de la literatura británica del siglo XVII hasta libros de medicina editados hace solo un par de años, todos estos constituían una colección que a Carlisle le gustaba llamar personal. La única pared que no estaba completamente tapiada con libros estaba repleta con cuadros de diferentes temáticas, formas, tamaños y colores, sin ningún parecido entre sí, esta pared contaba la historia de nuestro padre; comenzando desde la pintura del extremo izquierdo de la pared que reflejaba Londres para mitades del siglo XVII, pasando por la pintura que mostraba a Aro, Cayo y Marco; los principales exponentes del clan de los Vulturis; para finalmente continuar por un recorrido a través de los siglos que ha estado recorriendo Carlisle desde que fue convertido en Vampiro.

- Emmett... espero que esta situación no se repita. Te lo pido por favor, aunque el tratado fue hecho hace más de medio siglo los quileutes no confían en nosotros aún, y no nos conviene su total desconfianza.- Asentí con la cabeza manteniendo su mirada. Nos sonrió y volvió a tomar el historial que reposaba sobre el escritorio.- ahora si lo desean pueden retirarse.

Apenas dijo esta palabras Jasper salió como una flecha de la sala, mientras que yo salí caminando a un paso relajado.

24.- Riesgo.

Esa tarde Edward se la pasó molestándome secundado por Jasper.

- ¡Eah YA! .- dije molesto al final.

- Está bien Emm… - dijo Edward.- debo salir un rato.

- ¿Te acompañamos?- pregunté un poco preocupado.

- No Emm… debo hacer algo solo.- dijo en un tono que dio a entender que la conversación había cesado.

Apenas dijo esto salió corriendo de la casa.

- ¿Qué haremos ahora?- preguntó Jazz con un tono de complicidad. Reí por lo bajo.

- Te reto a… ¡entrar a la reserva!- dije viéndolo con una mirada interrogativa. Los ojos de Jasper se abrieron de par en par.

- ¿QUÉ? ¿Emmett te volviste loco? – dijo un poco molesto.- sabes que Carlisle nos asesinaría si entramos allí… hay un pacto y reglas…- dijo como si la idea le resultase una misión suicida.

- ¡Bah! Nadie va a saber que entramos… - dije para tratar de convencerlo. Dudó por un momento.

- Bueno, está bien.- dijo al fin cediendo.

Salimos al garaje y Jasper encendió el auto que estaba allí.

- ¡Emmett! ¿vamos o no?- dijo un poco apresurado.

- ¿estás loco? No llevaremos un auto, si hay que huir correr es mejor…-dije con un tono de voz muy serio. Jasper me observó con una mirada de reproche y me siguió de mala gana.

Corrimos velozmente hasta el límite hasta donde podíamos llegar según el Acuerdo, la entrada de la Reserva de los Quileutes, el comienzo del descenso a las playas de La Push.

- Ajá tu primero.- dijo Jasper mirando fijamente el anuncio que anunciaba la entrada a las tierras Quileutes.

- ¡no que va! Yo te rete a ti.- dije con la voz un poco temblorosa por la adrenalina.

Luego de discutir un rato entramos a la reserva, corrimos internados en el bosque, hasta que de pronto… ¡Crack! Un crujido no muy lejos, me detuve en seco.

- Emmett ¿ahora qué te…?- comenzó a decir Jazz antes de que con un gesto le indiqué que hiciera silencio.

¡Crack!¡Crack!¡Crack! el sonido de las hojas secas bajo un gran peso. Me imagine de un tiro que significaba aquello.

- Emmett… ¿es eso lo que creo? – dijo Jasper con un tono de nerviosismo en su voz.

- Calla Jazz… - dije en un susurro.

Las pisadas se acercaban poco a poco hacia donde estábamos, nos habían descubierto.

- Llegaron los perritos.- susurré para mi mismo con una sonrisa maliciosa en los labios, Jazz por su lado mandaba oleadas de calma en todas direcciones intentando evitar un conflicto que de darse no terminaría nada bien.

De pronto entre los arboles aparecieron tres chicos, de piel parda, cabellos largos y negro y ojos del mismo tono. Los tres eran enormes y con aspecto de…

- …Lobos.- dije un tono un poco sarcástico, al que el quileute mas grande respondió con un gruñido y enseñando sus colmillos.

- ¿Qué hacen aquí sanguijuelas?- pregunto el que suponía era el jefe de la manada. Al escuchar esto Jazz se acuclillo preparándose para abalanzarse sobre el, le coloqué una mano en el hombro para tranquilizarlo.

- Pues… caminábamos por el vecindario y decidimos pasar a saludar.- dije de nuevo aumentando con cada palabra el sarcasmo de mi voz.

- Te crees muy gracioso eh chupasangre…- dijo el segundo que se encontraba a mano derecha del líder. Este avanzó un paso hasta que el jefe de la manada interpuso su manaza entre nosotros y él.

- ¡Paul!- dijo con voz severa y el chico se detuvo clavando su mirada primero en nosotros y luego en su líder.

- ¡Genial! - dije con expresión de falso asombro.- y él ¿qué hace? ¿muertito?- dije señalando al otro chico que se había limitado a ver a Jasper con fiereza. Este al escucharme se viró rápidamente y me gruñó mostrando sus dientes blancos y afilados.

- ¡Jared!- dijo el alfa sin dejar de mirarnos como si creyese que los íbamos a atacar si rompía el contacto visual.

- ¡Pero Sam!- comenzó a decir Paul antes de comenzar a convulsionarse y temblar violentamente.

- Lárguense chupasangres… antes de que suceda algo de lo que se arrepientan.- dijo Sam antes de sujetar a Paul por los hombros.- Jared llévatelo.

Jared asintió con la cabeza y rápidamente tomó a Paul por uno de sus enormes brazos y lo arrastró con sigo a la espesura del bosque, en eso Jasper tiró de mi camisa.

- Deberíamos irnos Emm… - dijo sin dejar de ver a Sam. Asentí con la cabeza y me viré.

- Hasta luego perro…- dije antes de empezar a correr.

martes, 23 de junio de 2009

23.- Lujuria.



Cuando nos adentramos lo suficiente en el bosque me detuve, Rosalie se bajo de mi espalda pero sin despegarse demasiado de mi cuerpo.

- Realmente… no me refería a esto… justo ahora….- dijo entrecortadamente mientras me besaba.

- Bueno pues si no te gusta.- dije tomándola por los hombros y alejándola un poco mientras sonreía.

- Dije que no me refería a esto… no que no quiera…- contestó mientras que quitaba mis manos de sus hombros y se enganchaba a mi cuello.

Rose continuó besándome entrelazando sus manos en mis oscuros cabellos, yo la abrazaba por la cintura y la tenía levantada unos centímetros sobre el suelo. De pronto se deshizo de mis brazos y de un tirón convirtió mi camiseta color verde en dos trozos de tela deshilachados…

- ¡¡Eah Rose!!- comencé a quejarme.- pero era mi camiseta fa…

- ¡Shhh!- me silenció suavemente y me besó mientras se deshacía de su camisilla púrpura.

Enroscó sus brazos en mi cuello y de un salto enlazó sus piernas en la parte posterior de mi cintura, tracé el camino de su columna vertebral por su espalda y su cuerpo se estremeció, de pronto de su garganta brotó un gemido de placer y comenzó a quitarse el resto de sus vestimentas rápidamente, en un santiamén estábamos los dos tumbados en el suelo del bosque, el cuerpo de Rose se estremecía y se retorcía con cada movimiento, de vez en cuando podía oír lejanamente un gemido, me sentía hundido en el placer, sus manos aruñaban mi espalda, mientras que yo presionaba con mis dientes su clavícula, intentando no tocar su piel con mis colmillos, en un momento ella hizo lo mismo y sentí una explosión de placer que recorrió mi cuello, la tome entre mis brazos y con un movimiento rápido giré sobre mí mismo y la coloqué sobe mi cuerpo, su piel se erizo y cerró sus ojos mientras con un movimiento de caderas concluyó todo con un grito ahogado.

Nos quedamos allí un rato, ella seguía besándome descontrolada, hace años que no teníamos algo así, tan intenso, placentero…

De pronto Rose se quedó quieta, inmóvil como sólo alguien como nosotros podría, pude sentir su piel descomunalmente fría sobre mi pecho desnudo, pase uno de mis brazos sobre su espalda y la abracé fuertemente.

Cuando nos levantamos y nos vestimos, ninguno de nosotros tenía un aspecto apto para ir al instituto, mi camisa estaba hecha girones, y el cabello de Rose estaba revuelto y llego de hojarascas secas.

- Creo que no podemos ir al instituto así.- dije riendo.

- Pues no, a menos que quieras que piensen que nos atacaron a mitad de bosque.- dijo ella con un tono divertido también en su voz.

La volví a tomar en brazos y la coloqué en mi espalda, justo como lo había hecho para llegar aquí. Comencé a correr, lo hice durante media hora aproximadamente hasta que llegamos a la entrada que conducía a nuestra casa.

Entramos corriendo lo más silencioso que pudimos, pero no pudimos huir de muestra propia sombra.

- ¡¡Edward!!- grité al verlo de pronto de pie en las escaleras, con esa sonrisa descarada en su bocaza.

- ¡Emmett! ¡Qué sorpresa!- dijo en el mejor de sus tonos sarcástico.

- ¿Q…Qué haces aquí tan temprano?- dije intentando desviar el tema de conversación que de seguro venía.

- Bueno, el día estuvo un poco… aburrido en el instituto y me hacías falta hermanito.- dijo ahogando la risa, observándome con ojos “inocentes”.- claro, pero creo que no debo preguntar donde estaban ustedes ¿eh? Sus pensamientos me lo dijeron todo…- siguió diciendo.

- ¡Ah vamos Ed! No sientas celos… algún día llegara la chica para ti.- dije en un tono muy serio.- pero mientras esperas he escuchado algo de Tanya.- cuando dije esto Rosalie ahogó una risa y Ed me golpeó en un brazo.

- ¡Eso ya no es divertido!- dijo enfurruñado.

- Claro que sigue siéndolo Edward.- dijo una vocecilla que entraba en el salón.

- ¡Alice!- exclamó ahora Rose, que no había abierto la boca desde que llegamos.- ¡oh por Dios lo olvide!- Alice sonrió sin decir una palabra.

- ¿Eh? ¿Qué cosa?- pregunté algo confundido.

- Es que había quedado con Alice de ir a Seattle a visitar la tienda de un diseñador para mi vestido.- dijo Rose apenada.- espera un segundo Alice voy a arreglarme y vamos.- dicho esto corrió escaleras arriba.

lunes, 22 de junio de 2009

22.- Sensibilidad.

Como todos los días de nuestras vidas inmortales debíamos ir al instituto; Alice se había disculpado con Edward e hicieron las paces, a veces me pregunto por qué Rose no puedo simplificar sus conflictos de esa manera, hallando una solución rápida y fácil en vez de enfurruñarse y enredar todo.

Mientras yo planeaba con Edward y Carlisle una excursión para ir a cazar unos cuantos osos… y bueno pumas para Ed, las chicas bajaban las escaleras conversando. Rose estaba hermosa como de costumbre, vestía unos pantalones ajustados de un color negro purpureo y una camisa varios tonos más clara, realmente no logro recordar haber visto alguna vez a mi querida Rose desarreglada, siempre estaba pendiente de peinar su cabello o limpiar sus pequeñas uñas luego de cazar. Luego estaban Alice y Esme, hoy nuestra querida madre adoptiva volvería a ir a la oficina de Carlisle para ayudarlo con el papeleo y seguir disfrutando de la velocidad de las máquinas modernas, ella misma le ponía ese título a la vieja cafetera que estaba en el consultorio desde mucho antes de que Carlisle llegase ahí, uh pero que tecnología, pensé para mis adentros. Edward rió sonoramente y me vio negando con la cabeza.

- Ay Emmett… no todos tenemos el nivel de culturización que tú tienes.- dijo aun riendo.- reparas aparatos y asesinas osos con tus propias manos, ¿qué más se puede pedir?-no llego a completar la última palabra cuando otra oleada de risas invadió su voz mientras se agarraba el estómago con ambas manos.

Mientras salíamos Edward se calmó, a ver que a pesar de tener más de un siglo de edad seguía comportándose como un niño.

- Te escuche Emmett.- dijo golpeando mi brazo con su mano helada.

Conduje hacia el instituto y al llegar estacionamos los autos muy cerca del edificio de la cafetería. Al bajarse de su coche Edward se crispó, seguí su mirada y allí estaba Bella Swan, con su horrible monovolumen ahora un poco mas destartalado.

- Tengo una idea… -dije conteniendo una risilla.- tú la distraes y yo me la desayuno…- Edward se viró con una mirada venenosa y se fue caminando hacia su clase.

- ¿qué le pasó a Edward? – me pregunto Alice que en un segundo se coloco detrás de mí.

- Esta… sensible.- fue lo único que pude decir.

- Pues tanta “sensibilidad”.- dijo acentuando cada sílaba en la última palabra.- terminara con mi buen genio y le sacara arrugas si no deja de fruncir el ceño.- lo único que pude hacer fue reír, Alice era una de esas personas difíciles de irritar, y que siempre intentaba entender a las personas pero realmente esta situación ya la estaba sacando de sus casillas.

De un momento a otro y sin previo aviso Rose que observaba a las chicas del instituto entrar al edificio y se reía por lo bajo saltó sobre mi espalda. Me tambaleé ligeramente, no por su peso sino por la sorpresa.

- A ver mi monito, ¿no puedes conmigo?- dijo hablando en un susurro con un tono divertido en su voz, en ese instante me recordó a una pequeña niña. Rápidamente levante sus piernas al nivel de sus rodillas y la acomodé sobre mi espalda haciendo que pasase sus finas manos por sobre mis hombros.

- La que parece que ya no puede conmigo como antes eres tú… hace ya una eternidad que tu y yo no…- Rápidamente tapó mi boca con sus manos.

- Eso tiene solución…- dijo con un deje de picardía reflejado en su voz y en especial en sus ojos. Observé a mi alrededor para ratificar que ningún humano nos veía y que Alice y Jasper habían entrado ya a sus respectivas clases. El estacionamiento estaba completamente solo.

- Pues me parece una muy buena idea.- dije, y antes de que se bajara de mi espalda la sujete por las rodillas y empecé a correr lo más rápido que daban mis piernas.

NEW MON TRAILER!