66.- Escape.

El resto del día transcurrió lentamente, entre Alice, Esme y Rose la cocina volvió a su impecable estado en un rato; aproveche ese momento para sentarme en el recibidor donde estaba Jasper un poco tenso.

- ¿qué hay Jazz?- pregunté al ver que no se había percatado de mi presencia; de pronto salió de su sopor y sonrió levemente.- preocupado por la visita de mañana ¿eh?- dije colocando una mano en su hombro.

- La verdad si.- dijo él.- mira como están por Edward, imagina como será mañana. Todos estarán esperando mi reacción y es algo que no puedo vaticinar.- se detuvo para suspirar ruidosamente y continuó.- tal vez no lo sepas pero en este momento todos están cargados de preocupación, dudas y miedo… y aunque no lo desee sus emociones me afectan y cambian mi visión de las cosas. Simplemente no puedo estar tranquilo.

- Vaya.- fue lo único que pude decir mientras que la lástima se reunía en mi pecho, de verdad no deseaba en absoluto el don del pobre Jasper.

- Emmett… por favor, tu lástima no me ayuda demasiado.- dijo él en un tono irónico.

- Lo siento.- dije con una sonrisa; intenté cambiar el tema de conversación para distraernos y no seguir mandando emociones equivocas a mi desdichado hermano.- ¿cómo va el juego?- pregunté mientras me sentaba en el sillón contiguo al suyo.

- Lo normal.- dijo sin despegar los ojos de la pantalla de TV donde se televisaba la final de hockey.

Permanecimos en silencio viendo el partido, saltando ocasionalmente en cada anotación a favor y soltando improperios cuando eran en contra. En el medio tiempo apareció Rose, llevaba un jean ajustado y una camisa verde oliva que le daba aun más elegancia a su apariencia, su cabello caía ligero como el aire sobre sus hombros y uno que otro mechón bailaba en la suave brisa que se colaba por los enormes ventanales. Su expresión se debatía entre el trastorno y la confusión.

- Cariño, ¿podemos hablar?- dijo casi en un susurro. Eche una mirada distraída al televisor donde transmitían un comercial de hojillas de afeitar y volvía virarme hacia ella.

- Claro amor, lo que quieras.- dije, dejando escapar un deje de preocupación en mi voz. Ella le dedico una media sonrisa a Jasper en gesto de disculpa antes de tomar mi mano y tirar suavemente de ella.

Salimos de la casa y corrimos al bosque donde pudimos estar seguros de que no nos oirían; cuando nos detuvimos a varios kilómetros de distancia de la casa tome su estrecha cintura entre mis manos y levanté su rostro hacia mí con un dedo.

- ¿qué pasa cielo?- dije en un murmullo. Ella cerró sus ojos y respiró profundamente.

- No puedo Emmett.- dijo antes de volver a abrir sus ojos con un suave movimiento de sus párpados.- no puedo estar en la casa, fingiendo que estoy feliz mientras Edward nos expone y nos pone en riesgo… no puedo cielo… discúlpame pero no.- la última frase la dijo con un hilillo de voz apenas audible por mis sensibles oídos. Se deshizo de mi abrazo y dio un paso lejos de mí, dándome la espalda y cruzando los brazos sobre su pecho.

- Rose…- comencé mientras mis manos recorrían el trayecto entre sus hombros y su cintura.- no te pido que finjas… sé que no estás cómoda con esto; sé que temes que algo salga mal, lo sé, porque también me siento así… siento que con un paso en falso todo lo que hemos hecho en décadas se irá al infierno.- ella sollozó ruidosamente; la atraje hacia mi cuerpo y pase mis brazos sobre los de ella.

- No me pidas que lo haga cielo… por favor.- dijo con ojos suplicantes.

- No lo haré, no te obligaré a estar donde no quieres.

- Gracias cariño.- dijo pasando las puntas de sus dedos por mi rostro anguloso.- supongo que estaré de vuelta en poco tiempo, antes del atardecer estaré aquí de nuevo.- concluyó con un suspiro.

- ¿estarás de vuelta?- dije repasando sus palabras.- ¿pretendes irte sola?... eso ni soñando Rosalie Hale; yo iré contigo.

- No Emmett… tú debes estar en casa, compartiendo con ellos.- dijo colocando ambas manos sobre mis mejillas y mirándome fijamente.- es el lugar donde deberás estar.

- Mi lugar es contigo Rose, lo es y siempre lo será… estamos unidos, por SIEMPRE.

Al concluir tomé sus manos y las besé con toda la ternura que me fue posible. Ella se abrazó a mi cintura y me miró a los ojos, como lo haría una niña pequeña.

Acerqué nuestros rostros poco a poco, tomando su mentón entre mis dedos y acercándolo a mi; lentamente nuestros labios se rozaron y se fundieron. Saboreé nuestro dulce beso, su aroma, su ser estaba impreso en cada movimiento, sus manos recorrían suavemente mi cara, mi cabello; mientras que las mías acercaban más su cuerpo al mío y la recorrían desde el nacimiento de su espalda hasta sus hombros y su cuello. Aquel beso no era como ningún otro, cada uno puso en el lo que sentía, millones de sensaciones y sentimientos me recorrieron mientras nuestros labios se unían y nuestras lenguas se encontraban para fundirse. Nuestras respiraciones se hicieron difíciles y con un último roce nuestros rostros se separaron; Ella abrió los ojos lentamente y rozó mi mejilla con el dorso de su mano.

- Por siempre y para siempre…

- Pase lo que pase…-susurré suavemente mientras acariciaba su cabello y la abrazaba contra mi pecho.